¡Qué "perfecto" anfitrión!:
como un pavo real,
inauguras la Cumbre, sonriente y triunfal;
aupado al sillón,
presidente casual
de moción de censura tunante y trivial...
¿Qué artificio hay en ti
de ampuloso alfaquí,
de cordura ilusoria y de maniquí?
Un adiós nada más
de tu gesto infeliz
es todo lo que ya nos gustaría oír.
¿Cómo puedes llegar
a cansino mayor
enfundado en tu terno sutil de alcanfor?
¿Qué manejo falaz
dispondrás otra vez
si no encuentras apoyos para tu doblez?
Como una indigestión,
la caterva servil,
majadera y pelota, te aplaude en tu atril...
¡Ojalá que al final
de tu inepta gestión
podamos olvidar todo este papelón!
(Que Aznavour me perdone; pero prueben Vuesas Mercedes a calzar los anteriores versos en la hermosa música de "Venecia sin ti".)
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