Como si te sacara del serrallo
para darte un paseo y que te admiren
los envidiosos jeques de otras tribus,
los cadíes, emires y sultanes...
Pero salimos tú y yo temprano
(y la gente no suele madrugar);
conque con esta atípica liturgia,
casi nadie nos ve por esta fecha
tan señalada, tan particular.
La multitud se encrespa en el Circuito
y están allí apiñadas, numerosas
las asambleas ternes de la rueda
que caerían rendidas mayormente
al mirar con lujuria y con deseo
tu brillo, la hermosura
de tus anchas caderas;
tu audaces insignias perfiladas:
la más azul, sin duda,
de todas las princesas de este cuento
que transmigra, oliendo a gasolina.
No te importe, que en este caballista
tienes tu más ferviente apologista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario