El Hipocampo observa con atención de filigrana el gesto concentrado, profundo, adumbrado que asoma por el noble rostro aristocrático y prócer del Marqués de los Cien Metros de Velcro, título que obtuvo un antepasado suyo (del Marqués) en la épica época de las Guerras Carlistas, en cuya ocasión la tuvo de demostrar sus altas dotes de estratega y las no menos virtuosas de varón católico, diplomático e intérprete transitorio de obras musicales memorables debidas al estro magistral de Pablo Sarasate.
Nuestro Marqués, hondamente conmovido por la creciente sensibilidad de sus muchos años (que la edad acentúa con frecuencia según qué ternuras y desfallecimientos sentimentales), contempla, entre la admiración y la zozobra, las disposiciones con las que "el Torbellino" modifica, influye y en suma altera la corriente de sedante y sedente sosiego característico de la casa solar, sujeta ahora a diversidad de asombrosos y no muy previstos aconteceres.
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