No permitan mi honor y mi conciencia
que descanse mi alma atormentada
si dejo que termine esta jornada
sin alabar tu arte y tu excelencia.
Que el sueño de mis ojos se retire
si no gloso de forma literaria
tu diligente mano extraordinaria
con unos versos que tu cocido inspire:
Magistral monumento que degusto
apreciando su firme consistencia,
la equilibrada y sabia preferencia
de exactos ingredientes, sabor justo.
Mitad romano y mitad fenicio,
frente al jardín vecino de la playa,
la transparente, acristalada valla,
tengo un aire patricio.
Y fingiré, ya que la vida es corta,
que nada, que la báscula no importa.
(Sólo por hoy: mañana haré ejercicio
por mantener estables sus indicios.)
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