Ufana de tus rigores, magra lagartija inquieta con los
extremos del compás repartido en la geografía, frecuente exaltada con síntomas
evidentes de hipertensión, te mueves con desenvuelta rapidez en el debate y
quieres hacernos creer en una tu inocencia, o ingenuidad, mayor de la que de
verdad debe restar en los detallados archivos de tus sabidurías.
Fibra y “cocktail” de retranca y guasa combinadas,
consigues una parcela, un ámbito de desacostumbrado respeto que defiendes y
reconstruyes como una laboriosa termita. No pareces de las peores. Aunque nunca
se sabe.
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