nos
blindaba casi del todo a todo sufrimiento.
Y
eso que no se podía escapar a la melancolía de que imposible fueras nuestra
novia, casi nada, esa diferencia -cuatro años- mayor que nos.
Pero
fue hermoso adorarte, de qué forma escribirlo, por tu dulce encanto natural, por
la elegante distinción sin aspavientos que emanaba de ti. Por las líneas y los
pentagramas que desde el primer momento tuviste a bien posar sobre nosotros,
Françoise.
Nada más conocer la noticia me acordé de inmediato de Vuesa Merced. Se va, se van, nos vamos...
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