Oferta
escasa por aquí y, como es fácil prever, administrada con criterios convencionales/comerciales,
el espectador resignado a ello que uno es asiste por vez primera a una muestra
de la labor de I.N. Shyamalan, artífice que puede que ya conozcan los más “puestos”,
los eruditos, y a la que habrán dedicado ditirambos elogiosos o bien enconados
desdenes de menosprecio.
La
cinta se titula “Los vigilantes” y, con dosis generosas de sustos, sobresaltos
y ruidos horrísonos, construye un supuesto fantástico (pero el cine es una
fantasía) en un bosque ominoso y un edifico malévolo a juego, en el que van
cayendo, trampa extraña, varios personajes, asediados y amenazados por enemigas
criaturas misteriosas.
Luego,
la trama deriva a tapiz, a cuento de hadas singular
(como la financiación autonómica que andan chuleando
los separatistas catalinos) entre
leyenda muy premedieval, revuelto de esoterismos y experimento de mitología
genética, mimbres facilones de esas “tendencias” en un cine de acabado
formalista y “contenido” como hecho de molde para público de adolescentes algo
infantilizados que ya vienen ahítos de series, plataformas, tictoc, etc.
-Vaya.
-Eso.
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