sábado, 2 de septiembre de 2023

Ya sabéis

 

La estructura de nuestra zona doméstica de lavadero tiene como cerramiento superior una suerte de lucernario o mampara semitranslúcida cuyo material, ligero e intachable en otros aspectos,  tiene en cambio obsesiva tendencia a multiplicar los efectos del sol (luz, calor) tan característicos como disponibles aquí, en la provincia de Cádiz.

Que, en tiempos, una buganvilla paliara tales excesos, luego complicó los resultados con una proliferación de envergadura y raíces nada viables, que determinó, no sin melancolías, su poda y posterior tala.

Mimosos como somos, nos ha venido preocupando -sin llegar al desvelo absoluto- el impacto que esa realidad causaría en la joven lavadora automática. Poco a poco, y conscientes del parco avío de un gigantesco quitasol de automóvil, la luz se ha abierto paso en nuestro entendimiento y, tras largas deliberaciones y consideraciones de proyectos alternativos y experimentales, la inventiva feraz de Maritere ha culminado en la feliz adaptación de toldo (jubilado y procedente de otra zona de la casa) que ahora, sujeto a preceptivos bastidores de madera, adquiridos y luego cortados a medida en las dependencias clientelares de popular centro prestigioso de “bricolaje”, y completados con hileras de puntillas de sujeción, con cierta estética rockera/heavy, y pertinentes alcayatas (en Madrid las llaman escarpias) de anclaje, da pie a gozosa sombra protectora administrable y genera al tiempo una como intuición o sugerencia evocadora de acampadas y cinematográficos “pic-nics”.

El balance es considerablemente satisfactorio y evidencia el fantástico desarrollo que, en tantos otros campos también, viene a medio aprobar en el examen a este colectivo de bípedos implumes que llamamos especie humana.        

No hay comentarios:

Publicar un comentario