Durante
décadas, quisimos vivir, sentir el espejismo de tu energía inagotable, el poder
de una voz, la tuya, que parecía arrasar con lo que le echasen.
El
Tiempo, otra vez nos vapulea y rompe la ficción, el sueño, la imagen luminosa
que con engaño nos devuelve el azogue.
Contra
la ridiculez que en la enciclopedia de internete te califica de cantante suiza (histéricos
puntillosos de la literalidad y las prioridades administrativas que son sus “sesudos”
redactores), poca gente tan americana como tú.
En
el escenario podías ser una bailarina privada, según la visión del maestro
Knopfler. Para todos, quedas como la extraordinaria y sabia salvaje de una
música que sigue -habrá que hacerse el ánimo- sumando lutos.
Y aquel Proud Mary, Maestro.....
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