La casi unánime mediocridad de nuestros políticos no es tanta que no sepan cómo engañar/encandilar a las mayorías, de suyo manipulables por su relativamente escasa formación intelectual y principalmente concentradas y ocupadas en el cotidiano salir adelante.
Es
precisamente por la utilidad del empujón de la masa, por lo que “conviene”
mantener y prolongar este montaje de la “democracia contable” que valora por
igual los votos de los electores, sólo en función de su cantidad. Con ese burdo
criterio hemos ido llegando a la falsa conclusión de que por ahí vamos bien.
Semanas,
meses de gallinero revuelto, saldos y promesas de última hora y tómbolas del
cubo, y hasta a los buzones más escépticos y descreídos llegan las propagandas
e incitaciones de los partidos políticos, siendo recibidas con un repelús de
hastío y pasando de inmediato a la papelera.
El
día que el personal escarmiente de tantas mentiras descaradas y repruebe e
invalide las conductas de rebaño; el día que la abstención absoluta dejara
obsoleto este cuento de estas cuentas pedestres…
-¿De qué utopía escribes hoy, Hipocampo?
-De la breva que no cae.
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