-¿Así que apuntabas, o poco menos, una
reivindicación del término castizo, en tu anterior redacción?
-Y numerosísimas y fundamentadas, cabría
sumar.
-Pero la “corrección política…”
-Un catecismo tonto, un escrúpulo de
patética hipocresía, por muy de moda que nos lo vayan queriendo imponer.
-Te dirán insurgente.
-Sólo los ignaros y los tramposos. ¿Sabes
qué pasa?: que en los más mozos años de mi generación ya andábamos sueltos de
vocabulario, mucho antes de que nacieran los meapilas de ahora, en la salmuera
de sus complejitos, y enfundados en una arrogancia de predicadores sermoneros
para la que no les llega siquiera la estatura. Y mucho menos, el conocimiento.
-O sea que…
-… por ejemplo, no se daban leyes
perdonavidas y nadie pasaba al siguiente curso arrastrando con desvergonzada
impunidad un tapiz de Penélope cuajadito de asignaturas sin aprobar. Y más
fullerías por el estilo.
-¿Algún recado?
-Me estoy acordando de Fernando Fernán
Gómez y uno de los dictámenes contundentes de sus últimos años.
-¿Ése mismo?
-Ya ves.
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