Encantados de conocerse,
con sendos besos en las mejillas,
en los encuentros de alto nivel
recrean sus mentirijillas:
se cuentan recíprocamente
sus engaños al ciudadano,
juegos de manos entre villanos
con los que torean a la gente.
Se les diría palatinos
que, en los salones de Versalles
(importándoles un comino
nuestros problemas de la calle),
sólo se pasan información
sobre cosmética y nutrición,
“primordiales asuntos” precisos
a su deriva de narcisos.
Sin arrugas, la tersa piel
de los rostros impenetrables,
en las galas de alto nivel,
sonrientes e inalterables…
Perro y Macron, ahí los tienes,
figurones “finos y seguros”,
preparándose entrambos nenes
a la inmortalidad del futuro.
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