Tormentosa
la tarde por aquí.
La
nube negra que acapara el cielo
y
la lluvia que empieza a abrirse paso
sugieren
la metáfora de un velo
que
resbala de duelo hasta el Parnaso.
A
despecho del Tiempo que implacable
marca
la decadencia en cada piel,
tu
diseño italiano, inalterable
parecía
pactado con Luzbel.
En
el friso del cine siglo XX
casi
ninguna tu listón supera;
y
cualquiera, con dos dedos de frente,
ha
de otorgarte eterna primavera.
El
testimonio de tu fotogenia
afirma
tu belleza y tu armonía
y
no es preciso ni pedir la venia
para
decirte adiós en este día
en
el que vemos que, entre bambalinas,
otra
estrella se nos apaga: Gina.
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