lunes, 27 de junio de 2022

La OTAN y así

 

Los datos, con insistencia prolija, nos los suministran nuestras televisiones: 5.000 “invitados”, maromo arriba o chorba abajo*, nos llegan a la Villa y Corte, entre figurones de variado peso, y cortejo, comitiva y comparsas correspondientes. Seguro que sobra una buena parte de esa gente, si a lo esencial y a lo indispensable nos quisiéramos atener.

Lo cual que el evento comporta, de forma lateral si os place, un aire de gran fiesta o vacaciones pagadas.

La reunión parece necesaria; la utilidad de los acuerdos que de ella se deriven, ya la veremos, y ojalá la tenga y sea para bien.

Porque algo habrá que decidir con la que está cayendo, a pesar de los ideologizados protestones a la contra que se diría niegan la realidad al postular sus demagogias seudoutópicas, pretendiendo frenar la barbarie con poemitas sensibles, otras veces ñoños, y juegos florales de diplomáticos.

Luego, sacando cuentas, y aunque el balance entre ingresos y gastos salga positivo, es claramente obscena la ostentación y el lujo asiático con el que alojamientos y reiterados ágapes servirán de soporte (derrochón y sobredimensionado hasta la excentricidad y el capricho) a la alta y sesuda responsabilidad de los convocados.

Asistimos así a una especial representación del desahogo incorregible con el que los directores de las orquestas internacionales someten a sus respectivos músicos de a pie.

No se lo pierdan.

 

*Es casualidad redactora y no intención de preferencia ni recomendación alguna.

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