Esos
bolcheviques de pacotilla, esos niños del exorcista, precoces en las malas
pulgas, que sostienen al Sánchez ese en el poder, andan muy disgustaditos con
la OTAN.
Aunque
su queja nunca les da para dimitir de los ministerios que en pago de su apoyo
recibieron, que es lo que haría cualquier persona con dos “deos” decentes y dos
de frente.
Pero
los anima el hecho de que el jefe, miedoso de perder él mismo el sillón (pelele
tembloroso en manos de gamberros, mercachifle vendedor de patrañas) tampoco se
atreverá a echarlos.
Así
que continuarán metiendo su clásico ruido protestón porque preferirían que todo
el presupuesto se fuera en sus chiringuitos de propaganda, ideología y
delirios, en sus solapados o descarados chanchullos entre colegas del jaleo y
el trapicheo.
Son
los antibelicistas que sólo perdonan las atrocidades y los muertos cuando
corren por cuenta de sus verdugos predilectos, sátrapas de Cuba, Nicaragua,
Venezuela, la propia URSS que hoy permanece con una actualizada etiqueta de
pésimos disimulos.
Qué
monada.
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