Muy
audaz, disparatada y surrealista debe ser la ley Trans (ese apócope) para que
el más o menos feminismo más o menos galopante ponga el dolorido alarido en el
cielo.
Y
muy mal de la cabeza se diría que están los diseñadores del manicomio de la deconstrucción
nacional cuando parecen empeñados en formular sucesivamente inéditos e
imaginativos experimentos, estando como está la casa por barrer.
¿Pensionistas,
agricultores, sanitarios, inmigrantes de diversa legalidad, inseguridad en las calles,
en los colegios? ¿Corrupción, narcotráfico, salarios canijos, economía
sumergida? ¿Paro, juvenil y del otro, insuficiencia de medios en la Justicia,
en los Cuerpos y Fuerzas, etc? ¿La agria y nefasta rapiña de los políticos?
Suma y sigue.
Pero
no caigamos en el error de atender a estas “minucias” hasta que no quede a satisfacción
resuelta la cuestión esa de la ley Trans.
Aunque,
como espectáculo, mucho mejor la corrida de toros de ayer en Badajoz, cuya
transmisión por la “tele” hay que agradecerle a Canal Sur.
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