sábado, 11 de abril de 2020

De la Cuaresma y sus cuitas

Los más fervorosos adeptos del rito o ideología vegana, en estos tiempos de encierro y variadas abstinencias, no experimentan sensación alguna de ventaja.
Es de común conocimiento, de unanimidad pública, que los ciudadanos han recurrido de manera inmediata a incrementar los actos pecaminosos de la gula, como remedio, o clavo ardiendo al que agarrarse, de la frustración y de la ansiedad que por motivos harto justificados se han adueñado de la Nación.
Y por "las redes", con verosimilitud a la cual cabe cierto entredicho, está cundiendo una noticia que atañe a los arriba citados, a quienes ahora con mayores exigencias e insistencias tienta el Demonio con la añoranza de las torrijas, clásicas de estas fechas.
La alternativa se lanza desde una corporación -- del todo ajena a la secta de las "curlys" -- que formularía unas torrijas de diseño en cuya receta quedarían excluidos los ingredientes "tabú", siendo su principal estructura y fundamento una amalgama como de hojaldre, pero que en realidad consiste en un entramado de estratos horizontales customizados de cartulina (de la que se fabrican las usuales cajas de huevos: y aquí no se hacen distingos entre los de campo y los otros, ni tampoco en razón de su calibre, normal o XXL) y folios DIN A4, después de concienzudo proceso de liofilización.
Los estudios pertinentes habrían apuntado a acogida y resultados tan eclécticos como inseguros, que han levantado para unos, sospechas y para otros, incontenible y curiosa hilaridad.



(En sobre lacrado, la nota precedente ha sido recibida en nuestra redacción, causando entre los colaboradores fijos/discontinuos una controversia acerca de su origen y autenticidad. No falta quien le atribuye un propósito de contrita introspección, mientras que diferentes voces proclaman su aparente, o evidente, trivialidad.)  

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