Ebrio de triunfo por fin,
tus modos de parlanchín
permanecen todavía.
Mas no es igual, "picha mía",
ganarse a pulso el sillón
-- mediando unas elecciones --
que colarse de rondón,
cansino y a trompicones.
Pues nuestras leyes amparan
más de cuatro cosas raras,
con un remiendo de cuentas
y plomo en la letanía
va trepando tu osamenta
tras una larga agonía;
y, feliz con tu revancha
(gestada en la zorrería
de tus malas compañías),
aún te queda mucha plancha.
Ya tienes el caramelo
que querías.
¿Y una renta vitalicia,
tu codicia?
¡Qué "pasote" de camelo
en toda tu cofradía!
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