Soy rehén de mi entorno, educación, tiempo, carácter,
reparos. O consecuencia de todo eso y puede que más.
Así que me fue costando.
Y aquel día (conmovido por su insistencia, por sus ojos
ilusionados, alegres, prestos a una suerte de cariño del que, en su particular
órbita, es depositario y emisor), tocado no de un golpe (que debió ir cayendo
una mínima pero reiterada gota sobre mi añejo y desencantado ánimo) sino poco a
poco, sentí o decidí que, activamente, respondería por primera vez a sus
halagos, hasta entonces infructuosos y, en la medida que fuera, me rendiría a
su buen rollo.
Debió experimentar su propio estilo de sorpresa, con los
ojos emocionados y las orejas recogidas hacia atrás, cuando me sintió abarcar
su tórax, un poco sus mofletes, hablarle con sosiego, “tranquilo, tranquilo”, mientras mis manos recibían el tacto suave
de su pelo, el latido intenso del pequeño corazón acelerado.
No digo que sea mi medio nieto, qué disparate.
Pero bueno, era Lolo.
Granada, Mayo de 2013.
¡AY!. Si cuando yo digo...
ResponderEliminarNo me equivoqué para nada.