De Granada hasta Marsella,
en tu bólido germano,
cruzas como una centella,
mi joven Dama rizada.
Te deseamos
viento feliz, buena suerte
en tu inédita aventura.
Mientras volvemos a verte,
amplias dosis de cordura,
y que el éxito corone
tus proyectos ambiciosos.
Que expectantes por aquí,
quedamos más bien nerviosos,
pensando en tu travesía,
el Hipocampo y el Oso.
FUERAPARTE
Ayer, la "sabiduría" mecánica (es decir, imbécil) de la maquinita que, a la postre, no deja de ser el Plegablito, me traicionó con un sinvivir que por su cuenta separó como sin vivir.
Debemos estar alerta y con más ojos que Argos; porque el hombre construye maquinitas útiles, pero carentes de sutileza y matices, muy lejanas todavía de según qué peculiaridades del idioma.
OTROSÍ DIGO
Cuando tenemos asuntos personales (que son los verdaderamente importantes de cada uno), qué cutres quedan los ansiosos ruidos y las frecuentes piojoserías de la política y de sus vividores y profesionales.
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