Se desliza el segundero
por la esfera del reloj,
sobre el cuatro, sobre el cero,
sobre el cinco, sobre el dos;
tan suave sobre el nueve,
sobre el siete y sobre el seis
que por momentos parece
que lo veis o no lo veis.
Ni se deja atrás el ocho
ni hace caso omiso al uno.
Cuando sobrevuela el tres,
ya no le falta ninguno.
(Ovalada esfera negra,
enmarcada en oro mate,
señalando cómo pasa
el Tiempo, ese disparate.)
De la costa a la meseta,
anoche lo comentamos,
parece que, antes que el alma,
llega el cuerpo hasta la meta.
Y estamos como no estamos:
¿seis meses sin conducir?
¡Señores Doctores, vamos!,
que sería un sin vivir
tanto tiempo renunciar
a este Gordo, erre, ce, zeta.
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