Si Ud. pretende reponerse gradualmente de sus desdoros, con la parsimonia que no descompone el paso, ni el gesto, ni la actitud, puede optar por bajar a Cádiz en donde la "eficacia" sin par de sus ediles o encargados de la cosa de turno está intentando terminar, con sólo 3 años de retraso el puente conmemorativo, largo y elegante del Bicentenario.
Y, sobre todo, cuando lo tenga a la vista, bañado en la luz crepuscular, matizada con la mágia eléctrica de sus señales, y otras alumbradas referencias, ándese con ojo, no sea que muera atropellado por un ciclista urbano y salvaje, que pedalea con arrasadora arrogancia y velocísima temeridad homicida por la franja que con el nombre de "carril bici" le han cedido, arrebatándosela de modo muy imprudente a la acera que con histórica tradición y acreditada costumbre siempre fue refugio y garantía de los transeúntes.
Don José María Pemán, tan de aquí, así nos llamaba, abominando del feo vocablo "peatón", más propio o preferido de la plebe, de más frecuente aunque ordinario uso.
Porque si a Ud. no lo atropellan, siempre pueden matarlo de un infartante susto.
Y es que no hay nada como complacer al "clamor" exigente de las minorías, caiga, nunca mejor dicho, quien caiga.
No hay comentarios:
Publicar un comentario