Dicen que el Dictador en Corea (en la Corea que tiene dictador) es, como todos los dictadores de la Historia, aficionadísimo a las pompas heroicas y a los solemnes, marciales desfiles que enmarcan su poder y, de algún modo, diríase que lo acrecientan.
Dicen también que las neuronas se disparan entre sí raudas informaciones y que el cerebro engarza sus asociaciones como los racimos de uva sus zarcillos.
En una suerte de éxtasis, de suspensión inaprehensible, la mente (casi nunca ociosa aunque lo parezca en ocasiones, o por mor de la frivolidad) del Hipocampo PERCIBE el espejismo de un desfile alternativo:
Como en aquellos estadios de las gigantescas manifestaciones de los años 40, algo sesgada en perspectiva, la gran bandeja de alineadas croquetas (nunca "cocretas") va tomando relieve, importancia, sugiriendo que, aun menos rápida de lo que se quisiera, la recuperación parece estar en marcha.
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