Es esa palabra tan esperanzadora e ilusionante de la que,
como si fuera su denominación de origen, se han apropiado en exclusiva los ”espabilaos”
que sabemos, para irse poniendo medallas que casi nunca merecen mientras casi
siempre dan gato por liebre a los muchos ingenuos y favorecen los manejos de
los muchos “interesados” en este país.
Bajo la etiqueta “progresista” se han puesto en
circulación más de cuatro cosas que en rigor, más que avanzar, se diría que nos
llevan en una dirección marcadamente ruinosa, a base de disimulo y/o
manipulaciones reiteradas.
Un auténtico y benéfico progresismo no es lo que esta cuadrilla nos vende, con sus
aburridísimas consignas y su manifiesta afición a revolver el río, que es donde
los “progresistas” pescan a destajo su ganancia.
Menudo cuento, Daniel. No te lo creas.
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