Con miedo, porque España padece hijos facciosos que
rompen la baraja cuando no ganan en el juego.
Con trampa, porque también los hay (ésos sí que nadan y
guardan la ropa, Lady Taladro) pendientes de cualquier posibilidad para medrar
sin pagar el peaje ni dar el callo.
Con previos callejones de varias salidas diseñados para huir,
si las cosas se ponen feas.
Con disimulonas y arteras velas a Dios y al diablo.
Así se redactó la Constitución que inauguraba esta etapa
de nuestra Historia. Conservando privilegios y fueros para los más peleones y
levantiscos aunque eso abriría más la brecha de unas desigualdades por completo
opuestas a la justicia, a la decencia, a la lógica; haciendo una ley electoral
que ya escamoteaba por adelantado (hay cursi o ilustrado que prefiere a priori) cualesquiera resultados
limpios; subrayando y consagrando ventajas para unos y cargas para otros.
Troceando el mapa para repartirlo entre los ansiosos, los trepas, los
depredadores, los traidores y los hijos de puta.
ENGAÑANDO.
De tales mimbres viciados nos han construido un cesto que
se pudre.
¿Cuántas porquerías habrá que soportar antes de que
lleguemos al necesario, pero que sea auténtico, borrón y cuenta nueva?
Después del numerito de Femen, tetas al aire, ¿saldrá un
colectivo, de nombre quizá Semen, que en el Parlamento aireará también sus
falos?
E´to, ¿qué e lo que e?
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