Que somos
transitorios, efímeros, cualquiera no lo sabe, sobre todo a estas alturas del
descenso.
Pero, a modo
de protección por más ilusoria que sea, nos vamos como acostumbrando a
conservar los mosaicos posibles, di tú que endebles puntos de referencia, y que
hacemos como que nos valen en el entremientras.
Con lo cual y
para subrayar esa aplastante, al cabo, realidad, la tesela que correspondía a
Alain Delon se nos ha caído del mosaico del cine, en el que andaba instalado
como actor y uno de los tíos más guapos que se recordarán, y de tantas décadas
atrás que, aun abuelete…
Larga y
numerosa lista de “pelis”, algunas que han ido quedando memorables y de respeto,
avalan su carrera; también, y porque era un galán/señuelo, “films” que no pasaron de juguetones espectáculos elementales y
poco exigentes.
De un tiempo
acá, se le atribuyen cansancios y descontentos del mundo presente y sus
discutibles novedades: motivos hay, de sobra, para esas conclusiones suyas con
las que sería difícil estar en desacuerdo.
Y en todo
caso, pocos niñatos que hoy están de moda cuentan con mejores mimbres que monsieur Delon, dado ya de alta en el
balance, algo estremecedor, de nuestras bajas.
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