Desde
luego, resuelto -como me propuse meses atrás- a no mirar en lo posible las porquerías
que la casta política incesantemente perpetra con pretextos ideológicos de
índole variada y casi siempre inservibles. Desde luego, enclaustrado en parte
mientras el ruido y las boberías rutinarias y reiteradas de los ritos navideños
y del cambio de almanaques han vuelto a aturdirnos.
Hastiado
de los “convenientes” embotamientos y socaliñas, de los anzuelos y las
doctrinas con que nos/os van manipulando; básicamente, harto.
Por
si a alguien le interesa, esta os ofrezco a modo de explicación y cortés
excusa.
Atracones
de lectura, un par de incursiones por las agotadas salas de proyección (“El rapto”, “El protector”). Poco más
que comentar, atónito con las barbaridades y las horteradas que nutren los
espacios de televisión.
¿A
nadie le suena a trampa programada? ¿A desgaste deliberado, a gota a gota
(malaya) de la más cutre y pérfida anestesia?
¿Hay
que seguir tal cual, cómplices acobardados del engaño?
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