Soldando
“latiguillos”, se puede afirmar que Iceta, quien ahora es ministro de algo en
pago de sus servidumbres, fue el primer insípido que habló de indultos (en
caliente, serviría) por las mismísimas fechas de aquellos sucesos, tan
impresentables como él. Le faltó tiempo para andar clarividente (conocedor del
patio de Monipodio) y anticipar este “short
& winding road” cuyo previsto PROVISIONAL desenlace quiere perpetrar el
chulo de los DISIMULOS para verano, cuando la muchedumbre más desentendida esté
con la playa y así.
PROVISIONAL
porque sólo quedará como otro pago a los chantajistas que de condición siempre
son insaciables aunque aplacen, hasta la siguiente cuota, las mañas de su
extorsión. DISIMULOS porque la cuadrilla sanchista, que acostumbra a camuflar
los manejos (el Polisario enfermo, con nombre trucado e ingreso clínico a
escondidas; la “elementa” venezolana bajándose del avión en Barajas; las
corrientes y frecuentes chapuzas de Marlaska o Marlasca, Calvo inefable, las Monteros
de diverso tronío, etc.), a diario practica ese estilito subrepticio fingiendo
e intentando que cuele. Pero no.
No
cuela. Nunca colará, por mucho que lo disfracen, el fracaso de irse rindiendo a
plazos. Esto lo sabe o lo siente, y lo ha visto, cualquiera; y no se explica
sino por la vanidosa ambición, atrevida y cobarde al tiempo, del piernas que,
gracias a sus componendas, está con Loctite en el sillón pegado.
No
cejará el moro; ni lo harán esos angelitos encarcelados a los que, además de
los permisillos habituales, el indulto, meándose en los Tribunales, relajará la
condena tibia por sólo sedición al nivel -qué nivel, tú- de travesura “indepe”.
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