Pasándose
el Supremo por el forro y aprovechándose (cuándo no) de las grietas que ofrecen
nuestras leyes en su desbarajuste, los tramposos encargados de la sucursal
catalana han sacado del presidio a los espantajos del separatismo, a los delincuentes
sediciosos, para que amenicen con sus arengas de delirio vociferante las
próximas verbenas electorales, en cuyo río revuelto medran sin miramientos los
peores pescadores del sistema.
Que
el espectáculo ya no sorprenda, con tanto dislate al que quieren resignarnos
los mandamases, con sus insistentes pasadas de esponja mental, puede ser; ahora
que, como lo del KARMA no sea otro timo, tarde o temprano este presente de
bochorno, este manicomio envenenado pasarán factura rigurosísima.
Hay
personas que todavía confían en ello.
A
pesar de estos tiempos en que prima la conjura --más que de los necios, de los
mierdosos--, la consigna criminal de echarlo todo a perder.
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