Si la memoria no falla, seguramente no merece refutación el hecho de que erais quienes, por estos pagos, estrenaban la moda, sórdida y cutre, de los "escraches".
Una variedad del acoso que no recataba la intención de tensar con amenazas (ni tan veladas) esa condición maleable y delicada que constituye la decente convivencia.
Con fervor, con apasionada afición y -- creo -- ocurrencias retóricas tales como "jarabe democrático", no fue la única iniciativa vuestra que trajo a la calle y, lo que es peor quizá, a las instituciones, un curioso y nada discreto ambiente de establo.
Pero ahora, al recibir devueltas las muestras de la "propia medicina", la amargura y el resentimiento que emanan de vuestra actitud puede que sean la evidencia de una inveterada miseria. Confiados en que teníais la ordinariez casi por patrimonio exclusivo, ¿cómo no os advirtió la memoria de eso de que "donde las dan, las toman"?
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