Veo pasar los días sin sentido
en un claustro creciente de rutina,
perezoso en los actos repetidos,
retirado de todas las cantinas.
A cal y canto cierro las ventanas
dejando que el bullicio del verano
se pierda como el agua entre las manos:
imperceptiblemente. Y la mañana
siguiente reedita empecinada
la tensa espera de esta dura noria,
el filo de esta espada,
el ciclo de esta historia.
Las cartas que reparto en este juego
tienen marcas a veces peligrosas;
y desde luego
que no va a ser un camino de rosas.
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