Como guardeses avezados, puntuales en su tan rutinario
como necesario y cotidiano cometido, se habían ocupado del mantenimiento y la
atención de la finca durante los siete años últimos, con una eficacia que
avalaban los aceptables resultados y sin apenas otra colaboración que la que se
añadía en esporádicos días de primavera o concretos y, por lo general, mínimos
apoyos en las temporadas invernales.
Por eso les chocó. Por eso se sorprendieron con la
llegada de los nuevos, que traían un aire casi de invasores, unas ínfulas de
funcionalidad y diseño poco acordes con la proverbial y familiar estabilidad y
el modoso sosiego de costumbre, trastornando y modificando turnos y horarios.
Y aunque, después de los primeros días, la situación
parece normalizarse en parte y ha cedido algo de la recíproca desconfianza,
todavía se percibe una tensión entre los veteranos y los “efectivos” que
constituyen esta suerte de imprevisto desembarco, por decirlo en términos
navales.
DRAMATIS PERSONAE:
Los guardeses veteranos: Atacand, Simvastatina.
El equipo del desembarco: Pulmicort, Augmentine,
Atrovent, Deflazacort.
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