¿Sabéis ese bache, ese consistente desconcierto? ¿Esa
encrucijada que no afrontamos, aplazando las decisiones con pretextos
inservibles, con subterfugios que uno mismo se fabrica para ir excusando la
acción, la resolución necesaria de las cosas pendientes?
¿Sabéis el efecto enervante* de la inseguridad y el
miedo, del pantano de dudas que nos debilita, de las variopintas formas que
reviste la apatía?
No es la cuesta de enero, queridos vapuleados por la
vida: es otra cosa, como la gripe, que a tanta gente atropella, engancha,
incluso se lleva por delante.
*Contra la creencia extendida, y equivocada, enervante es lo que nos deja sin nervio,
sin músculo, sin energía. Es curioso que tan gran número de bípedos implumes
piense que es justo lo contrario.
Enervante: que nos pone nerviosos - además-.
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