Eso
es una miserable mentira. Y lo sabéis.
Lo
que se hace, y no por España sino por sus gobiernos, que tanto dejan que desear,
es sostener vuestra quiebra, daros dinero y más dinero para compraros (porque
os conocen el carácter alquilable, incluso sobornable) unos apoyos políticos
provisionales que luego demuestran su infalible deslealtad, más falsos que un
euro de nueve pesetas.
Lo
que se hace desde España es soportar vuestra dinámica extorsionadora, vuestras
cotidianas bravatas destempladas, echarle paciencia a esos impertinentes y
ridículos complejos de superioridad (camuflados con hipocresía en la presunta
diferencia) que tan infundadamente se os han subido a la cabeza, mientras os
contempla untados de resabios catetos y tribales, insolidaridad y egoísmo;
lastrados por los defectos corrientísimos que la condición humana, desdeñando
geografías, exhibe a diario de manera más que lamentable. Lo de siempre,
machotes, nada de diferencia.
¿Qué,
me equivoco mucho?
Tengo
amigos cabales en vuestras latitudes; gente sensata empujada por vosotros al
mal rollo, al envenenamiento.
Ya os
habrán hablado del karma. O de eso de que Dios castiga sin piedra ni palo.
Todo esto era durante la sobremesa, café y licor gallego
de yerbas. Y concluyó mi interlocutor: Igual
convendría comprobar quiénes verdaderamente roban a Cataluña, incluso desde
dentro de ella. Y a lo mejor, sólo si procede, meterlos una temporadita a la
sombra. A ti, ¿qué te parece, picha?
"Estimados" nacionalistas, tened cuidado con lo que pedís porque es posible que algún día se os conceda y a ver cómo os apañáis entonces.
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