viernes, 1 de noviembre de 2024

Las ¿erratas? de los jóvenes becarios

 

Y mira que lo tienen fácil, con la ayuda inestimable de las maquinitas contemporáneas que ni estaban disponibles en la edición original.

Porque la cosa es que me envían gentilmente desde la Warner dos ejemplares como muestra/obsequio de la novísima reedición de “SEÑORA AZUL” de CRAG, conmemorando los 50 Años de su estreno, efeméride decidida por la disquera que mi pudor considera algo vanagloriosa, aunque bueno…; y cuya más notable aportación consiste en el “ocurrente” color azul que tiñe el vinilo.

Reviso, o curioseo, la reproducción de las letras de aquellas canciones, puntilloso que sigo siendo, y con especial motivo por pertenecerme la autoría de la mayor parte de ellas. Y detecto, por encima, inexplicables deslices, al cotejar esta edición presente con la primera. De los acentos ortográficos, las comas, etc. ni entro en ello. Pero

-En “Carrusel” surge un “palpitando” donde estaba, como correspondía, un “matizando”.

-En “Don Samuel Jazmín” hay ahora un “le” murió en vez de “se” murió.

-En “Nuestro problema” ha desaparecido “el hombre siempre “ES” solo”.

-En “Supremo director”, la nueva cosa arranca con un signo ¿ que no entraba en nuestros cálculos.

-En “María y Amaranta” dice “llenaste” donde debe decir “llenas de”.

 

Puede que algo todavía se me haya escapado. Pero la pregunta es: los jóvenes becarios, embelesados acaso con el sueño de una noche de verano, o con el amor de sus novias, ¿no discurren la posibilidad de fotografiar (o lo que se estile ahora) sin más lo que ya había en el disco publicado en 1974? Ello habría facilitado su heroico trabajo y habría impedido los despistes que cito.

(Por cierto, en el antecedente álbum de SOLERA se coló, en “El discípulo de Merlín”, un “aludir” que usurpaba, con falsedad en el sentido, el auténtico “eludir”. Ese error del becario -o como les llamasen entonces- y mi sofoco quedan para la Historia.

 

Y sí, ya sé que con la que está cayendo, éstas de hoy son cuitas de, si se quiere, mínimo relieve, meros escrúpulos de autor paranoico.

Pero os diré algo: el color azul puede ser tan “bonito” como el supermercado del chiste.    

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