jueves, 14 de noviembre de 2024

Begoña dear

 

Leyendo previamente un papel en el que se redactaban “justificaciones” inservibles e inverosímiles, rebozadas en “balones fuera”, Begoña dear, te encastillaste en un silencio absoluto de minúscula e insípida esfinge que, con apariencia impermeable, escuchaba el repertorio riguroso de preguntas, en la Comisión de turno.

Cabe imaginar el mal rato, que no es más que una de las consecuencias del comportamiento -extravagante y otras cosas- que vienes ejerciendo desde tu condición especial, digas lo que digas, o lo que digan los demás, Raphael dixit. Un mal rato que ni el blindaje de la ambición y el cinismo, ni lo que se decía coloquialmente “más conchas que un galápago”, pueden disminuir, ese infinitivo que la cursilería de moda en los ordenadores ha transformado en “minimizar”, muy cerca ya de onomatopeya para llamar al gato doméstico, quien lo tenga.

Trance obligatorio, entre tus excursiones turísticas a la India, o la inminente al Brasil, etc., mira qué bien que Peinado te aplaza tu cita con él, según la “tele” hasta el 18 de diciembre, que falta más de un mes, se ve que hay un tajo agobiante en los juzgados.

Desmontada tu fantasiosa titularidad académica, no te faltarán asideros para que “no te pase ná”. Pero, Begoña dear, qué bochorno.                 

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