Claro que por completo no consigo
desvanecer los problemas pendientes,
y a veces opto por darles la espalda
cansado de la lucha frente a frente.
Por lo común, ten ánimo, me digo,
pondera el lado bueno, el aliciente:
la salud todavía te respalda,
las averías no son concluyentes.
Así que un calderón es preferible
para hacer una pausa, una cesura,
un relativo respiro, tangible,
que deje descansar la partitura.
Y adopto, cara al mar, el continente
de un arzobispo bajo palio, en calma,
que se ensimisma acaso inútilmente
disperso en corazón, cerebro y ¿alma?
Muy poco más que contingencia somos
contemplando a un vecino con su perro,
dejando transcurrir horas de plomo
y procurando corregir los yerros.
(Esto es en el jardín. El palio es
blanco,
trasunto de sombrilla de verano.
En otra fantasía me figuro
un exitoso atracador de bancos.)
-La
olla se te va cuando divagas
de
esa manera tan desaforada.
-¿Y
qué quieres que haga
sin
aguja y sin hilo en la puntada?
Amigo Rodrigo, tu avance en la vida (segun escribes) es un ejemplo a seguir. Abrazos
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