Se
habían dejado ir. Porque tuvieron
así
como un romance intermitente.
Y
al paso de los años
-quizá
fuera nostalgia-,
coincidieron
llegando a la estación
del
echarse de menos.
Cariñoso
ajedrez, en la apertura
él
admitió que nunca le había dicho
lo
que debió decirle: las palabras
enteras
con las sílabas y acentos
que
la verdad y la razón contienen.
Ella
movió su pieza en el tablero
y,
con voz grave y tierna de emociones,
expresó
que también habría querido
hacer
más y mejor
los
compartidos pasos de aquel baile.
No
se detiene el Tiempo. Conocemos
sólo
al final su temible erosión;
las
afiladas notas que componen
su
pena y su canción.
IGUAL QUE UNA NORIA... SALUDOS DESDE ALUCHE
ResponderEliminarIgual que una noria.........
ResponderEliminarMe recuerda algo. Me gusta!
ResponderEliminarA mi también me recuerda y mucho.
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