El
prominente es mi dedo
cuando
se pone en tu llaga.
Y
en todo caso me halaga
la
atención que le dedicas
a
estas líneas sencillicas.
Que
aunque mis contradictores,
si
son, además, lectores,
disientan
de mis ideas,
son
muy libres de pensar
(¡si
ello ocurre!)
y
bailar con la más fea.
Con
diferencia y distancia
se
sostienen los criterios.
¿A
que sobra el “magisterio”
de
la progre intolerancia?
No
será tan veterana
la
paciencia que se colma
con
tan poco;
ni
un viento de tramontana
es
la excusa “pa” volvernos
todos
locos.
Para
el seguidor infiel
tendemos
desde esta playa
un
desenvuelto clavel.
Y
oremos, hermano, oremos
para
que Dios nos perdone
los
pecados que tenemos.
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