no
más para darte pisto
y
volverte un mar de males
-porque
para más no vales-
al
sillón te has retrepado
por
medio de una chapuza.
Y
aunque solo no podías,
no
ha faltado la gentuza
que
te apoya cada día
en
tu ambición y tu antojo.
Dan
sonrojo
tus
cínicos gorgoritos,
tus
embustes inauditos
y
el pedernal de tu cara.
Cual
importuno esperpento
no
tienes conocimiento;
conque
para ver qué pasa
habrá
que mandarte a casa,
en
algún momento, al Tío
de
la Vara.
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