Ahora ya tarda más el lento amanecer de cada día, y hay una desusada obstinación en este desvelarse, cada vez más temprano, las cinco del insomnio en el reloj.
Sentado en el sillón para sentir la recurrente desazón extraña de este tiempo que corre y malgastamos mientras que divagamos con un pensar confuso que a ratos se entorpece y se detiene en traspuestos destellos de recuerdos, como a través de un filtro que se espesa al nublado de este temporal de preinvierno que atravesará el mapa suspendiendo el viaje que habíamos decidido.
Nuestra memoria, discontinua, frágil, ¿entre qué coordenadas se define? ¿Elige, asocia, desestima, sabe? Lugares en que estuve tantas veces, difícilmente puedo precisarlos. Personas que pesaban con su sitio en lo más hondo de nuestros afectos, ¿en qué horizontes se han desvanecido que las encrucijadas compartidas, hoy no se encuentran ni se entienden ya, perdiendo tal valor que no es posible ni mantener sus dudosos relieves? De la música que me fue concedida, y alguna vez insisto en escuchar, batiéndose el oído en retirada, ya se me ocultan timbres, realidades, frecuencias que están ahí pero que no me llegan...
Penélope siquiera, se cuenta que tenía un objetivo para su laboriosa y larga espera, deshaciendo el tapiz mientras Ulises venía, o no venía, de regreso, y era asediada por la ambición y la lujuria de los pretendientes que la solicitaban. Pero estos hilos sueltos que se quedan perdidos y lejos de la trama, como tropiezos de la lanzadera, estos colores que se han apagado, ¿tienen un donde adonde nos conducen? ¿Y desprevenidos nos pillará el cuando? Como si lo viera.
-- Esto te pasa porque duermes poco.
-- Debe ser.
Esos hilos sueltos que se quedan perdidos, esas canciones que cantabas y ya no puedes, esa memoria discontinua y frágil, esos, en resumen, achaques de nuestro cerebro son indudable signo del paso de tiempo.
ResponderEliminarPero no nos confundamos ni, como nuestra abuelas decían, ofendamos a Dios. Sería como quejarse de dolor de rodilla ante un tetrapléjico. Cuando el cerebro decide gastar malas pasadas, de las de verdad, de las que te dejan con la boca abierta y gran parte del pasado y del presente sin existir, y casi nada de futuro por diseñar...Entonces...¡darías media vida por sufrir tan sólo ese dolor de rodillas! (Pionono lo sabe)