Alrededor de la figura histórica, política y pintoresca a su manera de Winston Churchill, viene insistiendo el cine con una dedicación que terminaremos por calificar de morbosa.
Lo último que nos llega es "El instante más oscuro", para recrear esas jornadas en las que el primer ministro -- mucho genio y mucha figura --, contra la opinión acobardada/prudente de algunos que recomendaban la diplomacia de vaselina y las concesiones al Tercer Reich, optó por plantar cara, a riesgo de que le saliese lo mismo, y resistir mientras desde USA pretendían aún la no intervención en una guerra que, como se vio, no iba a dejar títere con cabeza y cuyo desarrollo no se estaba deteniendo con el desentendimiento y la siempre elusiva neutralidad (¿a que nos suena?) ante un proyecto megalómano que no se habría calmado hasta un dominio y un sometimiento de dimensiones planetarias.
Cuando tan a menudo se nos replantean esos acordes bélicos, ¿añoramos el pasado, incluso en sus más tenebrosas facetas? ¿O sólo el relieve de dirigentes como el hombre del permanente cigarro puro y la pródiga, generosa "ingesta"?
¿Lamentamos quizá este tiempo presente y mediocre de tecnologías + enanitos?
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