Gazmoño, cursi, hortera sin remedio,
patético, ridículo y "triunfal",
y con la sonrisita artificial,
tu discurso, cansino de consignas,
de nuevo pasarela fue del tedio
y de tu aleve ambigüedad indigna.
Y los resortes de tu vanidad,
que sólo la ambición tienen por norte,
traen tal fecha de caducidad
que no hay frivolidad que te soporte.
Y como un "boomerang" australiano
que a todos nos impone su castigo,
del mísero ronzal y de tu mano
vuelve la burra al trigo.
Tu elenco de avatares sigue enfermo;
tu "autoridad" dudosa, en entredicho:
dan ganas de decirte quita, bicho,
quita, rudo estafermo.
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