Van transcurriendo (un año más, que no ha sido por cierto el de la muerte de Ricardo Reis) las grandes o pequeñas exageraciones de la Navidad, los matices propios o impropios de estos días.
Y asienta, afirma, da un respiro comprobar que el tacto de tu cuerpo, las caricias y besos que nos despiertan ( a ti, a mí, al cálido y primoroso botón de tus pezones) permanecen a salvo, subrayando la vida deliciosa, incluso a la velocidad moderada de nuestro presente.
Poniendo de relieve, nunca mejor dicho, la influyente hermosura de la morfología femenina.
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