sábado, 6 de junio de 2015

Tras las vicisitudes transitadas,



que harto pusieron de manifiesto cuán inútil suele ser la presunción de los empeños humanos, el terne redactor de estos eclécticos “blogs”, con cierta frecuencia dado al adjetivo y a la divagación crítica, recupera el absurdo y casi estéril propósito del paseo matinal, sucumbiendo otra vez al probable espejismo de que eso es bueno para su salud, frágil y comprometida de suyo.
Lo guía, admitámoslo, la frívola vanidad de intentar bajar de talla, lo que salvaría de su mísero descrédito algunas de las numerosas prendas de vestir archivadas (cinturones y pantalones, principalmente).
Y lo anima la certidumbre de iniciar este excéntrico periplo sólo desde los 100, en vez de los 106 de la ocasión precedente.
Por aquí, en Ubrique o el Bosque, por ejemplo, podrían decir (con la parsimonia que en algún sainete se llamó “sangre gorda”):
“Tó eh ponerze”.         

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