Días
hay en los que rezo con fervor al Dios de los cristianos. Como que, por educación
y entorno, más me corresponde.
Pero
otros, diversifico mis plegarias y no me quedan jehovases ni budas, ni shivas,
vishnúes ni brahmas, ni lo que te cuento de la nómina clásica y marchosa del
Olimpo grecorromano; ni tampoco hago desaires al elenco del Valhalla con todo el herraje gélido de sus
deidades heroicas y remotas, ni a los sangrientos ídolos que merecieron los
diversos ritos del paganismo precolombino. Ni a los Horus y Anubis, etc., tan
egipcios de diseño: todo ese sindicato
sobrenatural en el que descansan y se ilusionan nuestras supersticiosas
debilidades mientras el instante final nos dejará escarmentados, lo más seguro.
A
todos ellos, tan encarecida como escépticamente, ruego que el karma que ya
tarda, Perro, en pasarte la factura, más no se demore y sea cualquiera de las
versiones disponibles de ese mal rayo que parte y que ya debería haberte
arrebatado como un justiciero carro de Elías, suficiente para impedir con
absoluto rigor el reguero criminal de tus infamias.
Mañana
se conmemora el degüello de los Santos Inocentes.
“Pa”
mí, que el mundo anda descompensado.
Un forma elegante y certera de escribir lo que muchos pensamos J.A. AlvAlij
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