Irradiando la estampa artificial
de la drag queen más loca y tinerfeña
que, en el acelerón del carnaval,
iluminada como una bengala,
en exhibir su espectro va y se empeña,
propaga sus funestas martingalas
mostrándonos la cara incombustible
(dura como el más arduo pedernal
o el blanco cuello del finado Karl),
de una indecencia rasa e invencible.
Frescura colosal como la suya
nos costaba trabajo imaginar;
pero a todo tendremos que llegar
con su deriva y la de su patrulla.
Que ya se dice en ciertos mentideros
que en Telecinco lo quieren fichar
para que luzca, terne, su trasero
en algún concursillo aventurero,
con playa y mar y algunos cocoteros:
un certamen de cerdos y cerditas
y viceversas que, libidinosos,
son nuestro ejemplo claro y virtuoso
de la "cultura" en su mejor circuito.
-- ¿Y el plebiscito y los separatistas?
-- Los vemos en la próxima entrevista.
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