La decisión de un juez te da permiso
para asistir a un centro (¡y en Pozuelo!)
que hará más llevadero el compromiso
que te cayó por ser tan bribonzuelo.
Tu variopinta lista de delitos
no ha sido óbice ni cortapisa
para que, con mostrarte algo contrito,
bajes del coche con una sonrisa.
Y como eres famoso, te esperaban
con ansia los inquietos reporteros,
con la sumisa estupidez esclava
de la televisión de sumidero.
Compadecidos del aislamiento
que estás sufriendo en tu prisión selecta,
han arbitrado para tu contento
una fórmula leve e indirecta;
y, aunque sólo dos veces por semana,
una excursión para pintar la mona
será tu paripé de filigrana
con que salir un poco de chirona.
¡Tremendo chollo, Urdanga,
la insólita dulzura de ese juez
que tan finas puntillas
lleva cosidas en las bocamangas!
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