El marrón consiste en que los criminales, fueraparte de ser lo peor de cada casa, resultan por lo general más numerosos que los policías y se presentan primero. Así que cuando se comete el delito y los agredidos dan el aviso, piden socorro, etc., los agentes llegan "a los vivas" o así.
Por otra parte, las posibles actuaciones de prevención tampoco podrían ser "mano de santo". Y ahí es donde se organiza la polémica de las armas, que en USA tiene cualquiera y que los ciudadanos están autorizados a usar en legítima defensa, concepto muy discutido por estos pagos: como que si Ud. repele a los asaltantes, asesinos y similares con determinada contundencia, todavía le puede (por asombroso que parezca) "caer la del pulpo".
Con este asunto, Bruce plantea en "El justiciero" cómo comportarse, en la opción que podríamos llamar activa. Sobradamente profesional, amplio de convincentes recursos y expresión, con facilidad pone al espectador de su parte, mientras la casi jubilosa naturalidad de la tienda expendedora no va exenta de humor; y la Shue, en su corto papel, nos hace sentir de nuevo el demoledor transcurso del tiempo, trocada ya su relativamente inocente lozanía de "Cocktail" y su turbadora sensualidad de "Seducción letal" en un trasunto de "estos Fabio, ay dolor...".
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