La transitoria desaparición
de las palabras que combino a solas
no se debe ni al viento ni a las olas,
ni a un fatal paro de este corazón.
Y aunque el colesterol
prosigue su empeñoso y firme asedio
no son ese camino ni esos predios
los que entorpecen de este BLOG la acción.
Solamente propongo en mi descargo
que tenga en cuenta el paciente lector
el sabor nada amargo
de estos versos filtrados al desvelo
del sueño de una nueva madrugada
de cariños como de terciopelo.
Después de Astorga y las mantecadas,
los chorizos picantes y, de Alonso,
ese reconfortante chocolate
(digna liturgia de dignos abates,
sosegados después de los responsos),
continúo otra vez con la tarea
de las rimas que traigan las mareas.
El Hipocampo.
Pionono se congratula del feliz regreso
ResponderEliminarSoberbio final. Que las mareas sean propicias, pues.
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